Los acordes místicos de la memoria se hinchan al coro de la Unión cuando se tocan de nuevo, como seguramente lo serán, por los mejores ángeles de nuestra naturaleza.
— Abraham Lincoln
…y cuando llueve, todos nos mojamos
Desde las cuevas
Dunas y ríos
En el reino animal
Surgió un mal viento
Un viento de pólvora, acero y herejías
La recua levanto un miasma polvoriento
Y volaron brazos, cabezas, ánimos, deseos y alegrías
Los animales no lloran
Hocicos acostumbrados al perfume de la muerte
Y la fetidez de sermones antiguos
Ostentaron mogotes y colmillos
Para resolver el más ungido
Garras agitadas arañaban el aire rojo
Ladrando y mugiendo a la luz de Marte
Le alzaron altares de óxido y plomo
Lenguas trogloditas babeando
Un revoltijo bestial de gruñidos
Incomprensible y sin arte
¿Amor? ”dios” dijo ¡NO!
Sangre en la arena
Tuyo es el reino
Sangre en el rio
Tuyo es el poder
Sangre en la piedra
Tuya es la gloria
Sangre en la cueva
Tuyo es el albedrío
Sangre en el hocico
Tuya es la desrazon
Sangre en el cielo
Tuya es la venganza
Tuya es la venganza
Sangre en el cielo
Y cuando llueve, todos nos mojamos
No, no le reces al minotauro áureo
Que tus palabras son un ruido
No hay amparo en los rosarios
Ni en libros antiguos
Y los tauromaqueros con sus trajes de luces
Han huido
Hemos permanecido en cuevas ocultas
En el ocaso del corazón
Perdidos en desiertos de la consciencia
Donde los ríos rojos naufragaron la razón
Hemos permanecido en un fangoso coma
Rondando los desiertos del sopor
Hasta que nos despierten voces humanas
Y nos ahoguen en resplandor
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Charlie, estoy contigo y contra todas las proclividades primitivas de la humanidad.
¡Que viva el arte peligroso!
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